Era una hermosa mañana de verano.
Decidí desayunar en familia, en domingo, en el balconcito de casa...
Preparé la leche para Azul y el mate para nosotros.
Le explicábamos a nuestra traviesa hija que no podía subirse -sin previa autorización- a las sillitas para asomarse por el balcón.
Nos miró entonces, esperando nuestra aprobación y pidió dulcemente:
-"Puedo ver el mundo?"-
Y se paró cuidadosamente sobre la sillita roja para mirar más allá del concreto, visualizando así las plantas del jardín.
Y si, más allá, EL MUNDO...
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1 comentario:
Mi amorrrrr!! Siempre tan dulce, Azul!! Tienen tanto para enseñarnos estos "locos bajitos"!!
Los quiero a los 3!!! Besotes enormes!
Gaby
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